- Marta Jiménez (@marta_inthewild) -
El salto BASE es una actividad que se practica como tal desde finales de los años 70. Pese a contar con más de 50 años de recorrido, no son muchas las personas que lo han practicado a lo largo de la historia en todo el mundo si lo comparamos con otros deportes aéreos como puede ser el parapente. Quizás por ello, su evolución ha sido más lenta.
Ha sido en los últimos años cuando ha ganado cierta popularidad, probablemente debido a la difusión de los impresionantes videos que genera en redes sociales. Aun así, sigue siendo un deporte minoritario puesto que no cuenta con un elevado número de deportistas activos.
Gracias a las ganas de hacer evolucionar el deporte de esta pequeña comunidad de saltadores, se han implementado avances tanto en las técnicas como en los equipos para hacer que cada día el deporte sea un poco más seguro. Además, quizás sea uno de los deportes en los que aprender del error ajeno es vital, por lo que gracias a la creciente comunidad de saltadores y sobre todo al compartir las incidencias para analizarlas entre todos, el aprendizaje conjunto hace que se estudien las causas que lo produjeron y podamos aprender todos.
Aún con todo, el salto BASE sigue siendo ese gran desconocido como deporte aéreo.
Todo nace de algo inherente al ser humano. Anhelar aquello que no tenemos, descubrir lo desconocido, es lo que nos hace evolucionar. Si algo ha querido el ser humano desde tiempos inmemoriales es volar, alcanzar lo que las aves tienen. Pese a que lo hemos conseguido con aviones u otras máquinas, estos aparatos están muy lejos de permitirnos sentir lo que sienten los pájaros. Sin embargo, recorrer el cielo con un traje de alas ya se va pareciendo algo. Volar en sí no volamos, pues no somos capaces de ascender más que unos pocos metros y en situaciones muy puntuales. Sin embargo, hemos logrado recorrer largas distancias, volar sobre un terreno, notar la velocidad del viento en la cara en ausencia de motores… Eso si que lo hemos conseguido.
Para llegar a saltar con un traje de alas, al contrario de lo que pueda parecer, hacer falta formación y experiencia. Es un largo recorrido que nos llevará algún tiempo y que conviene tomarse con calma. No hay una formación oficial y reglada que nos guíe en este proceso, son más bien unas directrices para saber que habilidades hay que tener para hacer la actividad con la mayor seguridad posible. Lo primero es aprender a controlar tu cuerpo en caída libre y saber manejar un paracaídas. Una forma muy recomendable es hacerte paracaidista. La caída libre desde avión no es hacer salto BASE, pero es un método de progresión con muchísima transferencia. Nos permitirá aprender a posicionarnos en caída libre y derivar en la dirección que queramos dentro del flujo de aire que generamos al caer. Ser estable y tener control en esta situación es indispensable. También nos enseña a abrir un paracaídas, y resolver las incidencias que nos puedan ocurrir en el vuelo de campana, así como aterrizar suavemente y con precisión. Y por otro lado, a nivel psicológico, nos permite acostumbrarnos a una situación de estrés que, siendo bastante diferente de la que nos vamos a encontrar haciendo salto BASE, genera una buena base en el cerebro para ese tipo de situaciones.
Esta experiencia no se gana rápidamente, y es conveniente no tener prisa en el proceso. Cuanto mejores bases asentemos, seremos unos saltadores más seguros. Sumar saltos de avión por sumar no nos ayuda igual que fijarnos entrenamientos dirigidos al objetivo de saltar BASE. Cada segundo en el aire entrena, pero hay disciplinas dentro del paracaidismo que tendrán más transferencia para nuestro objetivo. Entrenar una buena posición de track o deriva nos dará muchas más herramientas en el futuro para saber alejarnos de la pared de la que saltemos. Bajos campana, si hacemos ejercicios que nos permitan conocer el manejo de nuestro paracaídas y sacarle el máximo partido así como entrenar la precisión de los aterrizajes será un trabajo adelantado que nos hará también saltadores BASE más seguros.
Otras fuentes de experiencia complementarias podrían ser los saltos desde globo aerostético (que pueden hacerse con una experiencia mínima de 100 saltos de avión) o paratrike. Otra actividad que tiene una transferencia increíble son los saltos de rope jump, donde ganaremos técnica gestual, percepción del espacio y exponernos a la sensación de saltar de una pared lo que nos permitirá acostumbrar a nuestro cerebro a ese estímulo, todo de una forma segura.
En definitiva, hoy en día suelen pedir una experiencia de 200 a 400 saltos de avión para hacer un curso de salto BASE, pero como todo, cuantos más mejor.
Una vez ganada esta experiencia, existen dos vías para aprender todos esos conocimientos específicos. Una sería tener un amigo cercano que fuera saltador BASE experimentado y que quisiera guiarte como mentor en tus inicios en el deporte. Tened en cuenta que es una gran responsabilidad y no todo el mundo quiere asumir este papel por el evidente compromiso que esto significa. La otra es hacer un curso con alguna de las personas que lo ofrecen comercialmente. La oferta no es muy extensa pero hay varias personas o colectivos que imparten esta formación.
Una vez hayamos hecho esa iniciación, aun nos tomará algún tiempo y bastantes recursos comenzar a saltar con un traje de alas desde una pared. Una progresión sólida sería ganar experiencia con el track en slick (sin traje de vuelo) ya que es generar una muy buena base de cara a volar un wingsuit. La posición y el control del cuerpo tienen los mismos fundamentos. Después conviene comenzar a saltar con trajes de track de dos piezas (tracksuits). Cada vez que estrenamos un nuevo traje de vuelo es altamente recomendable probarlo y entrenar con él de avión antes de saltarlo de pared. Esta es la rueda de formación. Es recomendable también que, una vez tengamos experiencia y dominio del traje desde avión, lo probemos antes desde un globo aerostático o, en ausencia de este, un paratrike para conocer el comportamiento saliendo desde velocidad cero. Después es bueno hacer diferentes exits de salto BASE, comenzado por los más sencillos y de menor compromiso y aumentar la dificultad con prudencia. Una vez sintamos el dominio de un traje, podemos pasar a uno más grande. En el caso de los tracksuits la versión monopieza nos permite hacer saltos muy interesantes pues son capaces de planear tanto como un wingsuit pequeño. Por último, comenzaríamos en la progresión con los trajes de alas. Aplicando la misma filosofía, cuantos más pasos intermedios y más saltos se hagan, la base de aprendizaje será más sólida. Comenzaremos por trajes pequeños, luego intermedios y finalmente avanzados. Cada cambio de traje requiere entrenamiento. Hace pocos años se empezaron a utilizar túneles de viento horizontales para entrenar la técnica de vuelo con traje de alas. No sustituyen ninguno de los pasos comentados pero son altamente recomendables.
En resúmen, hacer salto BASE con traje de alas es un deporte que requiere mucha dedicación y esfuerzo. Dependiendo de los recursos y la prisa de cada persona, será un proceso más o menos lento y costoso, pero pienso que es muy recomendable no tener prisa.